La globalización ha acentuado la introducción en nuestro vocabulario (y, no lo olvidemos, las palabras son el espejo de la vida) términos y conceptos generalmente relacionados con lo grande.
Se habla así de la macroeconomía, las compañías multinacionales, los beneficios de las fusiones entre empresas, la gran banca o el mercado global. Y, frecuentemente, con un subrayado de admiración o de envidia.
Resulta curioso este planteamiento en una España donde el tejido empresarial, por ejemplo, está constituido mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas que, en lógica correspondencia, son las que suman un mayor número de empleos. Así ocurre también con la vida misma donde, frente a un reducido número de grandes acontecimientos (justamente llamados excepcionales) , son las pequeñas cosas las que van tejiendo lo cotidiano. Hasta el punto de que son, precisamente, esos pequeños detalles los que trazan la línea divisoria entre la cortesía y la mala educación, la alegría y el buen humor y, a la postre, entre la felicidad y la infelicidad.
La dermatología tampoco ha podido sustraerse a esa dinámica que admira lo grande en detrimento de lo pequeño. Resulta frecuente, cuando se detecta una pequeña alteración en la piel, recurrir al consejo de un amigo o al auto tratamiento, en lugar de acudir a la consulta del especialista. A veces, una pequeña mancha es el mensajero que avisa de un problema mucho mayor, pero esta circunstancia tiende a ser ignorada. A veces, una pequeña mancha oscura, que aparece en nuestra piel, puede “esconder” un peligroso melanoma. Lo normal es atender sólo a lo grande, lo que, en unos casos, empeora el pronóstico y, en otros, propicia la irrupción de desaprensivos sin preparación que suministran productos y tratamientos falsamente milagrosos.
Deberíamos prestar mucha más atención a esas pequeñas manchas, capaces de oscurecer nuestra piel o nuestra vida. En el primer caso, la solución es muy sencilla: acudir al dermatólogo. En el segundo, los afectados tal vez debieran replantearse algunas cosas en su dinámica vital.
Dr. Miguel Aizpún